Encuentren las ocho diferencias:
En el año 2000, el Partido Popular, con un censo electoral de 33.969.640 personas obtuvo 10.321.178 votos con una participación que rozó el 69% y consiguió la primera mayoría absoluta de la historia del partido, obteniendo 183 escaños. En 2016, con un censo electoral de 36.518.100 personas y una participación que ha rozado el 70% el Partido Popular ha obtenido 7.906.185 votos y 137 escaños.
El partido se ha quedado bien lejos de la mayoría absoluta y sin embargo los once millones de votos siguen ahí. Si a los votantes del PP sumamos los 3.123.769 votos de Ciudadanos nos encontramos con la friolera de 11.029.854 votos.
¡Qué pedazo de mayoría absoluta nos hemos perdido!
¡Qué pedazo de mayoría absoluta nos hemos perdido!
Con todo, hay que reconocer que Albert Rivera es uno de los grandes triunfadores de la noche electoral. Ha conseguido perder menos de un punto porcentual con respecto al porcentaje de voto que obtuvo el 20D cuando, conviene recordarlo, algunas encuestas afirmaban que Cs tenía posibilidades de convertirse en el segundo partido del país. Esta vez, mucho menos dopado por las encuestas que hace seis meses, ha reeditado unos resultados más que aceptables. Su electorado ha demostrado una fidelidad con respecto a diciembre, incluso en aquellas provincias donde el sistema electoral prácticamente imposibilita que un cuarto partido obtenga escaños, que es digna de análisis.
Pese a todo, el voto útil ha empezado a hacer mella en el partido. La fuga de votantes ha sido inevitable y va a ser una grieta muy dificil de reparar.
Llama poderosamente la atención la insistencia plomiza por parte de CS en "la regeneración". La regeneración y "los acuerdos" han devenido en sendos mantras repetidos hasta la saciedad por los miembros del partido cada vez que dan entrevistas o mitines.
El problema de "la regeneración" es que entraña un peligro monumental para CS. Para una cantidad importante de votantes, sobre todo jóvenes, votar a Rajoy el 26J era dificil. La gastronomia gallega es de digestión pesada y Mariano Rajoy es, para el votante conservador, el equivalente electoral a un lacón con grelos: hay que tener mucho estómago y tener cierta costumbre; además, con el verano recien estrenado no apetece demasiado.
El peligro para Cs está, precisamente, en esa regeneración que les obsesiona ¿Qué será de ellos con otro candidato popular, uno que, a diferencia de Rajoy, no renuncie al voto joven?
Recordemos que los cielos raramente son naranjas, suelen ser azules, como lo fueron el domingo.
¡Ay de ti, Albert, como el PP se regenere!